Había
una vez un bosque en donde vivían muchos animalitos. De repente este
bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir.
Sólo hay un gorrión que va al río, moja sus alas, vuela sobre el bosque
incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el
incendio. Va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y
una o dos gotitas de agua deja caer sobre el bosque incendiado,
tratando de apagar el incendio.
Pasa un elefante y le grita al
gorrioncito: ¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¡No ves que te vas a
achicharrar! El gorrioncito voltea y le dice ¡No!, este bosque me ha
dado todo, familia, felicidad; me ha dado todo y le tengo tanta lealtad
que no me importa que me muera, pero voy a tratar de salvar este bosque.
Va al río, moja sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua.
Ante esta actitud, los dioses se compadecen y dejan caer un tormentón y el incendio se apaga.
Y este bosque vuelve a reverdecer y florecer, y todos los animalitos regresan a ser felices, más felices de lo que eran antes.
Podemos comparar este bosque con el país de cualquiera de nosotros,
tal vez estemos en un gran incendio, en una gran crisis política,
social, económica y moral; pero yo les pido a ustedes que todos los días
dejemos caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo. ¡Si así lo
hacemos!, Nuestro país no lo agradecerá y Dios nos bendecirá.
C.P. Carlos Kasuga Osaka, conferencista y empresario mexicano, director general de Yakult