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viernes, 15 de febrero de 2013

EL PROBLEMA

Cuenta la leyenda que en un monasterio budista ubicado en una ladera casi inaccesible de las frías y escarpadas montañas de los Himalayas,  un buen día uno de los monjes guardianes amaneció sin vida..
Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo respeto y misticismo.
Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones  del puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para llevarlas a cabo.
El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar quien ocuparía el honroso puesto de Guardián.
El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnífica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo:
- “He aquí el problema. Asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio el primer monje que lo resuelva.”
Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de gran valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro.
Los monjes se quedaron como petrificados, en  el más respetuoso silencio, hundidos en sus interrogantes internas…
Qué representaría ese bello jarrón con flores?
Qué hacer con él?
Cuál podría ser el enigma encerrado en tan delicada belleza?
Simbolizaría acaso las tentaciones del mundo?
Podría ser algo tan simple como que necesitara agua la flor?
Eran  tantas  preguntas…..
En momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y …  Zaz!!  destruyó todo de un sólo golpe.
Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo:
- “Alguien se ha atrevido no sólo a dar solución al problema, sino a eliminarlo. Honremos a nuestro nuevo Guardián del Monasterio”.
En realidad, poco importa cuál sea el problema. Hay problemas cuyo aspecto nos confunde, pues halaga los sentidos. En el fondo sigue siendo un problema. Si es un problema, es exactamente eso: un problema, y precisa ser eliminado, no importa que se trate de una mujer sensacional, o de un hombre maravilloso o de un gran amor que se esfumado; por más hermoso que haya sido la experiencia que has vivido o lo significaba que haya sido la persona con quien has estado, si no existiera más sentido para ello en tu vida, tiene que ser eliminado.
Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes en su pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus mentes, espacio que es indispensable para recrear la vida.
Un antiguo proverbio Chino dice:
“Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de Té, es necesario primero tirar el té, y entonces podrás servir y beber el vino.”
Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a las personas del pasado que no tienen más sentido que sigan ocupando un espacio en tu mente.
Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos tranquilos sin esperar NADA de ellos. Así te ahorrarás disgustos.
No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios

sábado, 9 de febrero de 2013

El anciano y el niño

Erase una vez un anciano y un niño que viajaban con un burro e iban de pueblo en pueblo.
Llegaron a una aldea caminando junto con el asno, y al pasar por ahí, un grupo de jóvenes se burló de ellos.
- ¡Que par de tontos!……Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos caminando. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro-.
El anciano dijo: -Tienen razón, hijo-. A lo que el niño respondió: -Móntese usted, abuelo, que usted está más cansado-.
El anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha.
Llegaron a otro pueblo y al atravesarlo, una vecina se molestó mucho cuando vió al adulto sobre el burro y al niño caminando al lado. -¡Parece mentira!…El viejo sentado y el pobre niño caminando. ¿Cómo no le da vergüenza?-.
El anciano dijo: -Tiene razón, hijo. Yo estoy aquí tan cómodo y tu…-.
A lo que el niño respondió: -Pero, abuelo, si yo no estoy cansado…-.
Y el anciano dijo: -Cambiemos. Móntate tú ahora en el burro-.
El anciano y el niño intercambiaron sus puestos y siguieron su camino hasta llegar a la siguiente aldea.
Un señor que los ve llegar replica: -¡El colmo!…Vengan a ver esto vecinos… El joven montado en el burro y el pobre anciano, que no puede con su alma, caminando.
Entonces el anciano le dice al niño: -Vamos a hacer una cosa, hijo-.
Niño: -Dígame abuelo-.
Anciano: -Tú pesas poco. Creo que el animal puede con nosotros dos-.
El burro avanzaba sin problemas llevando al niño y al abuelo sobre el lomo. Pero cuando cruzaron junto a un grupo de campesinos…..
Mujer: -¡Tengan compasión, caramba ! …..¡Van a reventar a ese pobre animalito!-.
Anciano: -Ya no se que hacer, hijo… Pero tienen razón, porque el burrito debe estar desfallecido…-.
Niño: -¿Y si lo cargamos abuelo?-
Anciano: -¿Cargar al burro?….Ta vez podamos…-.
Y así llegaron al siguiente publeo, el anciano y el niño con el burro sobre sus hombros.
Joven: -Ja j aja, ¡Nunca vimos gente tan boba!… Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas…. ¡Que tontos!-.
Si te dejas guiar por las opiniones de los demás, acabarás como el anciano y el niño de este cuento, sin burro y sin llegar a ninguna parte. No hagas caso al que dirán. Escucha únicamente la voz de tu corazón.